El amor: la llama de la vida

El amor: la llama de la vida

“Algún día, cuando hayamos controlado los vientos, las olas, las mareas y la gravedad, tendremos que dominar para Dios las energías del amor. Entonces, por segunda vez en la historia de la humanidad, el hombre habrá descubierto el fuego”

Pierre Teilhard de Chardin.

En “El libro del amor”, Ramiro Calle se centra en el tema, seguramente, más abordado en la historia de la humanidad, además de tratarse de la palabra más pronunciada en el mundo, en tantos idiomas, dialectos, lenguajes. Aquella que el ser humano ha tratado de definir, explicar, representar; sentir, arrebatar, emular, palpar.… Esa palabra que tanto intriga, llena, vacía… arrebata o sosiega.

Basta con hacer una búsqueda en Internet de el “amor” para que aparezcan desde frases, libros, manifestaciones artísticas; ropa, accesorios, objetos de escritorio; programas de televisión, aplicaciones; artículos periodísticos, editoriales, de todo; sin embargo, es una palabra que pocos entienden y, muchos menos, practican, según resalta Calle.

El texto es una honesta invitación de Ramiro a mirar al amor, no con la perspectiva de un “sentimentalismo inútil”, sino como si de una acción altruista se tratara, dado que sostiene que “la compasión, la benevolencia, la indulgencia y la solidaridad son gemelos del amor. En este esfuerzo editorial incita al ser humano a compartir, a dar, pues afirma que “podemos llenar mucho de nuestro vacío interior tratando de llenar el de los otros” y profundiza:

“Si hay algo que realmente necesita este mundo es amor. No el amor egoísta, posesivo y basado en el deseo de gratificación, sino el afecto pleno e incondicional que alivie sufrimientos, desdichas, injusticias y desigualdades entre los seres humanos. Necesita el amor que se traduce en misericordia, comprensión profunda, caridad, cariño y, en suma, verdadera bondad de corazón. Un amor que surja de la consciencia clara y ecuánime y se propague por todo el orbe, favoreciendo una concordia que cierre heridas… una humanidad mutante que tome verdadera consciencia de que todas las criaturas formamos parte de una gran familia”.

Ramiro narra diversos cuentos de las que desprende una serie de reflexiones relativas al amor: a “la actitud amorosa”, “el amor incondicional”, el amor hacia uno mismo”, “los obstáculos del amor”, “el amor de la amistad”, “el amor al maestro”, “enamoramiento y amor”, “amor a lo absoluto” y “El amor solar expansivo” (el ilimitado que contempla la energía sublime en todo); un recorrido en el que también pone a disposición del lector una serie de herramientas para ablandar su corazón, en nombre de su evolución y el de la propia humanidad.

En este tenor, el autor señala, muy atinadamente, que “El ser humano, que tanto ha evolucionado y progresado hacia afuera, sigue sin apenas hacerlo interiormente y los sentimientos de finales del siglo XX -y no ha cambiado mucho el estatus de la humanidad en lo que llevamos del siglo XXI- no se han purificado prácticamente nada con respecto a los del hombre de hace quinientos mil años”.

Lo cual es su punto de partida para aseverar que “…la religión más necesaria es la del amor y la benevolencia, en un mundo en el que siguen reinando, inexorablemente, el egoísmo, la hostilidad y el desamor; un mundo que se hunde en la desesperación y el desencanto, anegado por las lágrimas de millones de seres que sufren y se desconsuelan, sin ninguna oportunidad para mejorar sus miserables condiciones de vida”.

Calle traza una senda de reflexión y ejercicios que denomina “mentalemocionales”, una serie de “meditaciones para el cultivo del amor”, prácticas milenarias de Oriente que han ido encontrando su lugar en Occidente y con las que, con paciencia, el lector podrá ir “limpiado la mente de ataduras y negatividades, purificando el pensamiento y abriendo el corazón”, asimismo, podrá acercarse a practicar la compasión, la tolerancia, el entendimiento, al desarrollo de la conciencia y a la vigilancia activa para superar el odio, la envidia, los celos y otros de los obstáculos que impiden a uno mismo ser más amoroso, consigo; con el prójimo, con su mundo.

“El Libro del Amor”, de Ramiro Calle, es de obligada lectura y de mayormente obligada práctica para quienes coinciden con que “La humanidad no necesita tantos genios, pensadores notables o cerebros privilegiados, sino personas fundamentalmente bondadosas que sean como espléndidas orquídeas en el pantano de la insensibilidad y la malevolencia”.