Humildad en el Éxito Profesional: Construye Relaciones Duraderas

Humildad en el Éxito Profesional: Construye Relaciones Duraderas

En el mundo de los negocios y el éxito profesional, existe un fenómeno recurrente: la soberbia de jóvenes ejecutivos y emprendedores, en sus 30 y 40 años, que han alcanzado posiciones destacadas, a menudo cobijados por empresas globales. Este logro temprano en sus carreras puede otorgarles no solo la satisfacción del éxito, sino también una ilusión de grandeza y un aire de invulnerabilidad.

Sin embargo, esta aparente solidez profesional y el prestigio que brinda el respaldo de un nombre corporativo conocido puede llevar a una actitud de superioridad que termina, muchas veces, perjudicando sus relaciones y limitando su crecimiento a largo plazo. Esta historia busca revelar las consecuencias de la soberbia y la importancia de cultivar relaciones basadas en respeto y humildad, claves para enfrentar las futuras crisis que, inevitablemente, llegan.

Dueños de la Verdad

La soberbia y el exceso de confianza que algunos jóvenes ejecutivos desarrollan en sus primeras etapas de éxito actúan como una barrera en su crecimiento. Muchos de estos jóvenes, respaldados por el logotipo de una gran corporación o por el éxito inicial de su negocio, tienden a pensar que son dueños de la verdad y merecedores de una pleitesía que limita su capacidad para recibir retroalimentación, detectar oportunidades  y establecer colaboraciones genuinas.

Oportunidades que se Pierden

Este tipo de actitud genera un impacto significativo, no solo en su capacidad para mantener relaciones duraderas, sino también en su propio negocio o carrera. Al mostrarse arrogantes y no abiertos a las críticas, pierden oportunidades clave para mejorar y colaboraciones que podrían potenciar sus logros. Esta desconexión crece con el tiempo y puede dificultar el acceso a recursos o apoyo cuando llegue una inevitable baja en su ciclo profesional, momento en el que la necesidad de aliados se vuelve crítica.

Historia

Hace un tiempo, tuve un zoom con un joven ejecutivo de marketing de una fintech, una empresa moderna que combina tecnología y finanzas. Este encuentro había sido posible gracias a una referencia de uno de sus socios. El objetivo de la renión era presentarle el portafolio de servicios de mi empresa.

En mi agencia de marketing digital, siempre realizo un diagnóstico previo antes de cualquier reunión con un prospecto, busco ofrecer valor desde el primer contacto y que la primera reunión sea ya fructífera para ellos. El valor del diagnóstico es una cortesía y agradecimiento al tiempo que me dedican. Así, le presenté un análisis de su presencia digital y algunas áreas de oportunidad, esperando iniciar una conversación constructiva.

Para mi sorpresa, el joven directivo no mostró interés en el análisis. A lo largo de la reunión, dedicó su tiempo a demostrar que todo lo que yo presentaba o sugería ya estaba resuelto por él y su equipo, lo cual era falso pues si hubiera estado resuelto, no habría salido en el diagnóstico. Cualquier área de mejora o sugerencia fue recibida con una actitud de “esto ya lo sé”.  La sesión se convirtió en una pasarela en donde su interés no era aprender ni aprovechar el diagnóstico gratuito, sino lucirse con la soberbia de querer convencer que él lo sabía todo y no necesitaba a nadie externo.

Obviamente si así hubiera sido, el diagnóstico habría sido perfecto y, en primera instancia, su socio no habría sugerido la reunión.

Al terminar, me invitó, como haciéndome un favor, a enviar una propuesta, aunque su interés parecía mínimo.

Este tipo de clientes soberbios los conocemos bien. En más de 20 años hemos podido tipificarlos perfectamente. Al grado que hemos desarrollado un sistema de scoring en donde con 4 preguntas sabemos si el cliente es un fit para nosotros o no.

Sometí al cliente a mi scoring y por su puesto salió “no business”.

Años después, coincidí nuevamente con él en un evento de muchas decenas de personas. Tan pronto pudo, tomó la palabra para hacerle ver a todos los presentes que él era casi la última Coca-Cola del desierto. Su actitud no había cambiado; continuaba desdeñando a todos los expertos, inclusive a quienes habían presentado ponencias en el evento. Según él, en todos estos años no había encontrado a una agencia ni aun consultor de tecnología que realmente supiera.

Después de estos años, en lugar de ganar en humildad, había acrecentado la soberbia.

Cambio de Mentalidad

Con el correr de los años, los jóvenes soberbios que realmente maduran entienden que un cambio de mentalidad es invaluable. Necesitan entender que el éxito temprano puede ser efímero si no se acompaña de humildad y respeto hacia los demás. Y que un logo global en su tarjeta no es más que un prestigio prestado que pueden perder en cualquier momento.

Cultivar relaciones sólidas, reconocer las fortalezas de otros y aceptar ayuda son claves para establecer una carrera duradera. Quienes lo entienden a tiempo, tienen herramientas para sortear la parte baja de los ciclos profesionales y empresariales. Quienes no lo entienden, de quedan solos.

Escuchar a otros permite fortalecer áreas que uno mismo no percibe como débiles y es una señal de inteligencia emocional que muchos valoran en el entorno empresarial.

Nuestra Experiencia

La experiencia en mi agencia ha demostrado que los clientes que aprecian y aprovechan nuestras sugerencias, independientemente de su éxito o su posición, suelen alcanzar mejores resultados en sus proyectos. En contraste, cuando nos encontramos con un joven en sus treinta y altos o cuarenta y bajos, con esa actitud de soberbia, el trabajo se vuelve difícil, casi siempre en detrimento de sus propios resultados.

Las empresas y emprendedores que han mantenido una mentalidad abierta y una disposición humilde a lo largo de su crecimiento encuentran en el apoyo de otros un pilar que les permite salir airosos de cualquier reto.

Transformación

Imagina el cambio que ocurre cuando un joven emprendedor o ejecutivo logra incorporar la humildad a su rutina. De ser alguien cerrado y soberbio, que se pierde oportunidades valiosas, pasa a ser un líder capaz de establecer conexiones valiosas y abrir puertas en momentos de crisis. Esta transformación no solo los fortalece personalmente, sino que también fortalece su negocio o su equipo, quienes ven en él un ejemplo de liderazgo auténtico y humano.

Bien dicen que un buen líder no es el que sabe más que todos los que le rodean, sino el que se rodea que quienes saben más que él en cada unos de sus campos de especialidad.

Oportunidad de humildad para el éxito

Si eres un joven en una posición de liderazgo, o si te encuentras en esa etapa en la que el éxito parece haberte otorgado todas las respuestas, considera la oportunidad de trabajar en tu humildad y receptividad. Enriquécete con el saber de los demás, acepta ayuda y aprovéchala para crecer.

Conclusión

La verdadera estabilidad y el éxito duradero no son producto de un logo ni de una etapa pasajera de reconocimiento, sino de una mentalidad abierta y receptiva que reconoce que en este mundo siempre hay personas que saben más que uno y que nadie tiene la verdad absoluta.. Es en la humildad y la capacidad de aceptar ayuda donde los líderes construyen una carrera a prueba de altibajos.

 

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